Estaba hecho polvo. Acababan de publicar sus memorias, pero no le querían reconocer la autoría. Las había mandado a un concurso literario, con un seudónimo: Anónimo. A pesar de haber ganado, la plica había desaparecido “misteriosamente”.
Intenté animarlo: le dije que seguro que el libro no se iba a vender.
—Nadie lee las memorias de un desconocido.
—Ya, pero no me habría venido nada mal el dinero del premio —reconoció Lázaro de Tormes.
Muy bueno, Al. No había pensado en esa posibilidad, jejeje.
ResponderEliminarPor cierto, el otro Lázaro, el de levántate y anda, ése sí que si no es por la intervención de Jesús, acaba hecho polvo.
Saludos lelos!
genial jajaa
ResponderEliminarme has puesto una sonrisa hoy, y eso no es moco de pavo (¿por qué se dirá esto? ) ;))
Genial tu blog!!
ResponderEliminarPor eso luego el ciego le dio con todo el càntaro en los dientes...
ResponderEliminarBesos
me gusto, ta bueno
ResponderEliminar