Pinocho aprendió a mentir gracias al espejo de la madrastra, que de algún modo había ido a parar al taller de Gepetto.
—Miente, miente, miente… —le instigaba el espejo.
Momentos después, una nariz de madera lo atravesó (como Alicia, pero a lo bestia).
lunes, 7 de diciembre de 2009
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5 comentarios:
Cualquier espejo es inquietante (habría mucho que hablar de ellos); pero los hay que te tocan las narices...Entiendo a Pinocho.
Es que se equivocó de país... Estos navegadores de ahora, ainsss¡¡¡¡¡
Besos, Al.
Buenisimo! El espejo recibió su merecido.
Qué gran imagen, la de la nariz de Pinocho atravesando el espejo.
Miguel: Totalmente de acuerdo.
Eva: Es que era un espejo sin GPS.
Martín: Gracias.
Saroide: Bienvenida. :-)
Ya puestos, os pongo en antecedentes.
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