Tocar la chepa de un jorobado trae buena suerte. Lo sé yo, que soy jorobado. He intentado explotar esta circunstancia de varias maneras. Durante un tiempo me apostaba a la entrada de un casino. La gente pagaba por tocármela (la chepa). Y les iba muy bien: al salir del casino, lo primero que hacían era correr a abrazarme. La gente es muy agradecida, y eso se agradece.
Aquello duró poco. Una noche, se me acercaron varios guardias de seguridad del casino. Yo intenté desesperadamente tocarme la joroba. Pero no llego.
Hoy me voy a la cama riéndome (y lo agradezco).
ResponderEliminarSupongo que habría muchos hombres triunfadores con joroba si ésta estuviera más al alcance de la mano.
Un beso
De acuerdo con Alís. Pero añado: para que alguien gane, otro tiene que perder. Así es la vida. Lo que pasa es que los "jorobados" son siempre los mismos.
ResponderEliminarMagnífico relato, moralizante y didáctico, como los clásicos.
Ocurre lo mismo con los consejos, con que claridad los damos y vemos las soluciones en los problemas de los demás, y para nosotros...¿?
ResponderEliminarLa vida es injusta, pero si los jorobados se la pudieran tocar..serian todos afortunados.
ResponderEliminarAlís: Entonces todo el mundo querría ponerse implantes de joroba.
ResponderEliminarMiguel: Cierto. Victor Hugo, por ejemplo, les debe mucho a los jorobados y a los miserables.
Mem: Es como eso de la paja y la viga en los ojos de los demás (yo no tengo).