He robado un pasaporte y he matado a su dueño. Podía haberlo hecho al revés: habría acabado antes. No importa. Ahora viene lo difícil. Debo operarme para parecerme a él. No: para ser idéntico a él. Para ser él.
No bastará con operarme la cara. También tendré que operarme el cerebro.
¡No me mate! ¡Por favor, no me…! Un momento. Juraría que me acaban de robar el pasaporte.
Disculpe, enfermera…
Así jamás conseguirá un pasaporte falso. Debería saber que hay formas más fáciles y más seguras.
ResponderEliminarUn beso
Gracias por compartir!! Recibe un relajante y cálido abrazo de luz para tu ser.
ResponderEliminarBeatriz
Soberbio relato.El tipo se convierte en el otro y acaba en la fábrica de crucigramas.(el manicomio).
ResponderEliminar