lunes, 7 de julio de 2008

158. Rebobinando

Exhausto pero feliz, Teseo seguía enrollando la madeja que lo llevaría de vuelta a la entrada del laberinto. Realmente, Ariadna había tenido una idea afortunada; eso lo comprendió después de ver cómo el Minotauro empitonaba su artefacto de navegación vía divina. Le había costado una fortuna, pero no le importaba, porque ya no lo iba a necesitar nunca más. Sus días de viajes y aventuras habían tocado a su fin.

—¿Y Ariadna? —le preguntó a Minos.
—Ha quedado.

2 comentarios:

Emilio Calvo de Mora dijo...

Borges deconstruido.

Alberto Ramos dijo...

Si Asterión levantara la cornamenta…