jueves, 28 de agosto de 2008

210. Como Terminator

A quienes tenemos un pasado

Futuratrix llega puntual: dos segundos después de que se produzca el accidente. Por supuesto, podía haber llegado a tiempo para evitarlo; pero entonces, ¿qué gracia tendría?


En el siglo XXIII la gente no se mancha la ropa. Ni los manteles, ni las cortinas, ni las alfombras. Usan una clase de tejido que repele todo tipo de sustancias y, además, tiene manga ancha para conectarse a la Red (el tejido de tejidos).


Todos los comensales han recibido lo suyo. Si no ha sido una camisa ha sido una falda o, si no, un pantalón. Por no hablar del mantel. Y es que las manchas de vino se quitan muy mal: eso lo sabe todo el mundo. Lo que no sabe nadie es de dónde ha salido esa chica sexy y extravagante.


En el siglo XXIII la lejía ha quedado completamente obsoleta. Pero eso lo sabemos ahora. (Dos años atrás, la obsolescencia de la lejía sólo existía en las novelículas de ciencia-ficción.) Un fabricante alemán hizo mal los cálculos y aún le queda mucho producto en stock. Ahora ha decidido mandar a una cyborg al pasado para que promocione su lejía entre las amas de casa españolas.

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