Metes la cabeza en el horno. Ves un túnel; al final, una luz. Lo más extraño es que el horno está apagado.
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Los últimos días de Clark K.
Finalista del
Premio Bubok 2009
A la memoria de los elefantes
AUGUSTO MONTERROSO, “El dinosaurio”
Obras completas (y otros cuentos)
JAVIER MARÍAS, “O que yo pueda asesinar un día en mi alma”
El País Semanal, nº 1.600, 27 de mayo de 2007
7 comentarios:
Alguien volvió a dejarse la luz del horno encendida...
(hoy casi me quedé dormida antes del cuento, pero aguanté)
Beso
La muerte todo lo puede.
Para ella lo de la luz ¡una pavada!
Me gustan tus cuentos, cortitos y al pié.
Besiños, Mabel
¿A ti quien te manda meter la cabeza en el microondas?
Besos, Al
me agradó mucho el impacto.
buen texto y muy bien resuelto el conflicto
Me estoy calentando la cabeza, Al, dándole vueltas al asunto.
Hasta ahora no me había pasado con ninguno de tus relatos anteriores. (A ver si es que mi horno está encendido).
Definitivamente no estaba Melinda Gordon para ayudarle a cruzar al otro lado. Besines mil.
Alís: El que se dejó la luz encendida, en cambio, no aguantó despierto.
Mabel: Gracias.
Eva: ¿Era un microondas? Ahora lo entiendo todo.
Daniel: Me alegro de que te haya agradado.
Miguel: Va a ser eso.
Brü: Era su día de descanso.
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