domingo, 23 de marzo de 2008

9. Vampiros

A J.L.,
que en el colegio escribió un cuento de sombras


No es que esté arrepentido. Para nada. Lo hecho, hecho está, y lo volvería a hacer. Lo volveré a hacer, porque una vez que has entrado en el ciclo, ya no puedes salir. Pero hace menos de un mes no recordaba nada de todo esto. Era una persona relativamente feliz. Tenía una vida normal, y creía que siempre había sido así. Hasta el viernes 25 de febrero. Aquel día el pasado vino a visitarme en forma de periódico. En El País de las Tentaciones había un cuento, un microrrelato. El autor era yo.

El autor no era yo. Yo no había escrito un cuento en mi vida. Y si lo hubiera hecho, jamás lo habría enviado a un periódico. Sin embargo, allí lo ponía bien claro: “Alberto Ramos. 28 años. El Papiol (Barcelona).” Aquello no tenía sentido. Era un error.

No era un error. Sentí un aliento helado en la base del cogote. De repente, todo tenía sentido. Me pregunté cuándo había podido suceder. Tal vez había sido al ir a sacar dinero. He oído que ahora meten una especie de lectores en las ranuras de los cajeros. De este modo copian el código de tu tarjeta. Si hacen eso, también pueden robarte la identidad. Yo lo hice. El procedimiento era más rudimentario, pero eran otros tiempos. Ya lo había olvidado. Sigo en el ciclo. Me pregunto dónde encontraré a la próxima presa.

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