martes, 20 de mayo de 2008

112. Cuatro horas para Febrero

La iniciativa partió de Diciembre, siempre tan propenso a las obras de caridad. En seguida fue secundado por Enero y Marzo, a quienes les pillaba más de cerca. Mayo, Julio, Agosto y Octubre tampoco tardaron en acoger la idea con entusiasmo. Después de todo, ¿qué les costaba a cada uno de ellos desprenderse de cuatro horas? Sin embargo, Abril, Junio, Septiembre y Noviembre se mostraron reluctantes. Ellos, a diferencia de sus colegas más desprendidos, sólo tenían treinta días. Si encima renunciaban a cuatro horas, la desigualdad seguiría existiendo. Además, dijo Septiembre, ¿qué pasará con los años bisiestos? Si le damos cuarenta y cuatro horas (cuatro por once meses) a un Febrero de veintinueve días, éste acabará teniendo treinta días más veinte horas, un día más que los meses de treinta días (que se habrían quedado con veintinueve días y veinte horas). A los meses de treinta y uno tampoco les hacía gracia que un menesteroso como Febrero se uniera al club de los meses largos.

La propuesta de Diciembre acabó siendo desestimada.

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