sábado, 4 de julio de 2009

520. Santiago

En agosto del año pasado estuve en Buenos Aires. Allí, junto a la tumba de Evita, conocí a una turista chilena. Andrea, veintisiete años, escorpio, natural de Antofagasta, residente en Santiago. Intercambiamos fluidos y mails y, a mi vuelta a Oviedo, nos escribimos con cierta frecuencia.

Este año he ido a Chile. Un mes antes, le escribí a Andrea contándole que tenía previsto visitar Santiago. Le pregunté si iba a estar por allí. Me dijo que por supuesto, y que ni se me ocurriera buscar alojamiento. Lo que sí hice fue buscar una oferta de condones.

Al llegar a Santiago, saqué el papel con la dirección de Andrea. No tardé en comprender que el taxista no iba a ser capaz de llevarme a la Rúa do Vilar, Santiago de Compostela.

6 comentarios:

Víctor dijo...

A veces buscamos lo que queremos en la otra punta de mundo, cuando en realidad está a nuestro lado. Otra vez estarás más al tanto, Al, y preguntarás.

Saludos lelos!!!!

LA ZARZAMORA dijo...

Acabaràs haciendo el Camino de Santiago como penitente de seguir asî..
Besos

Alberto Ramos dijo...

Aviso: Los hechos relatados son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. En agosto del año pasado no estuve en Buenos Aires, sino en Barcelona, trabajando. Estuve a punto de viajar a Kiev, pero esto no viene a cuento. Este año no he ido a Chile. Y nunca he probado la famosa tarta de Santiago de Chile. Seguro que pica.

un blog nocturn... dijo...

La tarta de Santiago no pica, no, es riquísima, igual que tu historia. Me has hecho sonreír un rato.

Podría haber sido real perfectamente, no sería la primera vez, si rebusco en mi memoria... quizás te cuente alguna en algún momento.

Te felicito.

Alberto Ramos dijo...

Gràcies!

sinplan dijo...

muy fino humor mi amigo