La cámara tiene una tarjeta de memoria selectiva: sólo guarda las fotos que le interesan. Lo malo es que sus intereses casi nunca coinciden con los míos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Los últimos días de Clark K.
Finalista del
Premio Bubok 2009
A la memoria de los elefantes
AUGUSTO MONTERROSO, “El dinosaurio”
Obras completas (y otros cuentos)
JAVIER MARÍAS, “O que yo pueda asesinar un día en mi alma”
El País Semanal, nº 1.600, 27 de mayo de 2007
3 comentarios:
Eso creo que le pasa a mi ojo. Se empeña siempre en guardar en mi tarjeta de memoria los malos recuerdos. ¡Y no hay quien los borre!
Elegir una cámara ya es como elegir pareja. Hay que buscar una que tenga los mismos gustos, intereses y aficiones que nosotros.
(Ya me parecía a mí que mis fotos no podían salir tan mal. No era yo...)
Besos
Esa cámara está muy malcriada.
Publicar un comentario