—Ginebra me engaña —dijo Arturo.
A Lanzarote se le atragantó el pollo.
—¿Estás seguro? —consiguió articular, al fin.
—¿Que si estoy seguro? Tan seguro como que anoche la pillé con el hombre de la tónica.
No hace falta que os diga que aquél fue el primer gin-tonic de la historia.
domingo, 1 de noviembre de 2009
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1 comentario:
Ya pasa, Al. El alcohol arrastra a la infidelidad.
Un saludo.
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