La sangre manaba a borbotones, y el toro seguía ensañándose.
Perseo se volvió hacia los artífices de la broma y, entre estertores, les dijo:
—Me parece que ya nunca más volveréis a confundirme con Teseo.
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El País Semanal, nº 1.600, 27 de mayo de 2007
3 comentarios:
ay, ojalá pudiese hacer algo parecido con todos los que me llamana adriana... :)
Y Asrianza. ;-)
Jejejjeje, es el problema de los nombres griegos, que todos acaban pareciendo el mismo y se confunden.
Un saludo, Al.
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