martes, 24 de agosto de 2010

936. Aguas de Mayo

A C.M.


Hace cuatro meses que teníamos que haber vuelto a São Paulo, pero seguimos encerrados en este albergue de San Telmo. Nunca antes había llovido tanto, ni en Buenos Aires ni en ningún sitio (a excepción de Macondo). Para colmo, nos hemos quedado sin televisión, sin Internet… De vez en cuando nos llega una señal de radio y nos enteramos de que las Galerías Pacífico están de liquidación, que el palacio de las Aguas Corrientes se ha desbordado y que el gobierno (el de Buenos Aires, el de Argentina, no sé) está a punto de cambiar el nombre de la capital por el de Buenas Aguas. La oposición se opone, naturalmente: prefieren rebautizar a la ciudad como Aguas, a secas, argumentando que estas aguas son cualquier cosa menos buenas. El gobierno contraataca diciendo que de eso se trata: de aplacarlas, de llevarse bien con ellas. La oposición no se deja convencer: ustedes, aseguran, están comprando el boleto de vuelta a las cavernas.

Me pregunto si llueve en las cavernas.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Excelente idea. Perfecta la narración-
¡Bravo!

Alís dijo...

Seguro que también llueve en las cavernas. En todas partes, en realidad. No hay modo de huir de la lluvia

Muy buen relato

Un beso

Alberto Ramos dijo...

Patricia, Alís: ¡Gracias!