Los mineros ya no cantan “Aivó” ni “Soy minero”. Se limitan a caminar en silencio, como zombis. De hecho, son zombis atados a un contrato que les impide jubilarse hasta que no hayan pagado la última letra de la hipoteca.
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3 comentarios:
Tú también eres un minero, Al, que te adentras y profundizas en las laberínticas e intrincadas galerías del alma humana. Los demás mineros te lo agradece(rán)mos.
El problema es que cuando los prejubilan por el cierre de la mina, el minero combativo se acaba. Pero el prejubilado combativo se va a las playas del sur.
Hay que evitar ser un zombi en esta vida.
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