—Noto un pinchazo en el costado. En los dos, de hecho. Como si tuviera una espada atravesada de lado a lado. Y no sólo eso. Cada dos por tres estoy dando patadas. Aunque no tenga nada que patear, doy patadas. ¿Te parece absurdo? Pues aún no has oído lo mejor: las doy con los dos pies a la vez. Sí, como… ¡Cuidado! Perdón. No lo puedo controlar.
—Este futbolín tiene un jugador muy raro.
—Es que se me rompió uno, y lo sustituí por un muñeco vudú.
miércoles, 13 de enero de 2010
713. El pinchazo
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3 comentarios:
Genial, muy bueno
un saludo
Muñequito budú! tengo uno colgado del techo, sus lanas están un poco quemadas por el calor del bombillo que lo sostiene pero funciona.
Un hermoso micro relato,que abre muchas posibilidades a contemplar.
Nada más imagínense al representado por el muñequito vudú,lo agotado que ha de quedar cuando a cuantos vienen al bar les da por jugar su futbolito.
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