martes, 4 de mayo de 2010

824. Segunda piel

Era un actor encasillado: siempre le daban papeles de calamar gigante, o de puercoespín gigante, o de ladilla gigante… Todo gigante, aunque nunca ha sido demasiado alto. La magia del cine.

Ahora la magia ha desaparecido. Gracias a los ordenadores, el cine ya no necesita actores vestidos de calamar gigante. Pero él sí.

Lleva casi veinte años embutido en el mismo disfraz: se ha convertido en su segunda piel; o en la primera, empezando desde fuera.

Aunque habría preferido ser Drácula, que tiene más glamour.

4 comentarios:

Marie dijo...

Esperemos que en sus horas libres pueda quitarse el traje de calamar.

Valentin Ibarra - (acertijo) dijo...

Las máscaras que usamos, también hablan de nosotros.
Una y otra piel, manifiestan nuestra esencia.

Encasillarse a veces es camuflarse y eso se puede traducir en instinto de supervivencia.

Alís dijo...

Cría fama y échate a dormir...

Nos acostumbramos tanto a nuestra segunda piel que llega un momento que quitarla sería como despellejarnos. Y eso duele.

Un beso

Alberto Ramos dijo...

Mariette: Ahora todas las horas son libres, ya que la industria del cine ha decidido prescindir de sus servicios. Por cierto, gracias por seguirme (es que soy muy lento con los comentarios). :-)

Valentin: Desde luego. Dime con qué máscara andas y te diré quién eres.

Alís: Cría fama y te sacarán los ojos. Un beso.