—La casita de chocolate se ha convertido en un museo.
—¿Un museo del chocolate?
—No, un museo del horror.
—Ah, entiendo. Niños encerrados, brujas calcinadas…, cosas de ésas, ¿no?
—¡Qué va! Arquitectura horrorosa, interiorismo horroroso…, cosas de ésas.
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4 comentarios:
Muy suspicaz! Saludos.
jeje
Es que no cuidan nada la estética...
Un beso
Chocolate derretido y copos esparcidos por todos lados. Un asco.
A.L.Zarapico: Saludos.
Alís: Un beso.
Claudia: Otro beso.
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