Por más que frote la lámpara, el genio no aparece. Siempre igual. Cuando más lo necesita… De pronto, se acuerda.
Todo empezó el día en que descubrió que la lámpara podía conectarse al puerto USB del ordenador. Empezó a meter fotos, vídeos, canciones…
Tuvo que hacerlo: el genio ocupaba demasiada memoria.
lunes, 30 de marzo de 2009
424. La memoria de Aladino
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