lunes, 30 de junio de 2008

151. Soria Martínez Paco

La modelo Cati Molls ha salido esta mañana de la clínica de desintoxicación.

—La palabra libro ha sido desterrada de mi diccionario —ha declarado a la prensa.

domingo, 29 de junio de 2008

150. Fahrenheit 400 o 500

Con motivo del cuarto o quinto centenario de la primera parte del Quijote, se han organizado quemas de libros en diversos puntos de nuestra geografía. No se ha salvado ni el Tirant, ni la Galatea, ni las dos partes del Quijote.

viernes, 27 de junio de 2008

148. El escribiente florentino

Debido a su delicada salud, el viejo apenas le puede dedicar unos minutos cada noche a su empleo auxiliar como escribiente. Sin embargo, cada mañana se encuentra con decenas de cuartillas rellenadas, como si su ritmo de trabajo no hubiera decrecido drásticamente en los últimos meses. La única explicación posible es que Julio, su hijo, pase las noches haciendo su trabajo; eso también explicaría la falta de sueño y el bajón en las notas del muchacho. Pero el viejo prefiere hacerse el sueco, regañando cruelmente a su hijo como si no supiera nada; eso le duele más que nada en el mundo, pero sabe que si no lo hace su mujer empezará a sospechar. Y también sabe que ella jamás consentiría que Julio dejara de lado los estudios para ayudar a su padre. Lo que no sabe es que las cuartillas las rellenan unos duendes que el chaval ha subcontratado con una ínfima parte del dinero que gana por las noches.

jueves, 26 de junio de 2008

147. Esquirol

Hartos de la sobreexplotación a que estaban sometidos, los duendes convocaron una huelga. No consiguieron gran cosa, y el motivo principal del plante seguía sin resolverse: cada vez que querían fumarse un cigarrillo tenían que salir a la fría estepa, lo cual resultaba especialmente duro para los del turno de noche (cuya jornada duraba seis meses). Sin embargo, animados por la iniciativa, los miembros del sindicato de renos organizaron una huelga de transportes: se trata, por supuesto, de la histórica huelga del 24-D. El único que se opuso fue Rudolph, que acabó reventado.

miércoles, 25 de junio de 2008

146. Juegos florales

No cabe duda: los poemas están dedicados a Mari Carmen. La alusión a sus gestos; la referencia a sus manías íntimas; la descripción, con una precisión cartográfica, de las zonas más recónditas de su anatomía… Por no hablar de los versos acrósticos.

Una cosa es que su mujer le engañe, y otra que lo haga con un poeta tan malo. Y tiene suerte de que firme con seudónimo. La organización tiene prohibido desvelar la identidad de los concursantes antes del fallo. Y después, todas las plicas y obras serán destruidas; salvo la ganadora, por supuesto.

Lo tiene difícil. Debe defender lo indefendible. Sólo así podrá conocer la identidad del infame. Pero ¿cómo? En su vida ha leído nada tan deplorable. Sin embargo, le deben otorgar el premio (el único premio). Es una tarea harto difícil, pero no imposible. Al fin y al cabo, es el presidente del jurado.

martes, 24 de junio de 2008

145. Memoria

Funes, el personaje de un cuento de Borges, tenía una memoria tan prodigiosa que, con tiempo y ganas, podría haber reconstruido la película de su vida fotograma a fotograma.

Gerardo no era Funes (ni yo soy Borges). Su memoria era prodigiosa, sí, pero sólo para los números. Esto no le había supuesto ningún problema; al contrario, no tenía que preocuparse por perder la agenda telefónica.

Una noche, escuchando los resultados del sorteo de los ciegos, Gerardo descubrió que el número ganador lo acababa de ver aquella misma mañana: él iba corriendo para no perder el autobús, y lo había visto sin detenerse, de refilón. Desde aquel día, compró todos los cupones que se encontraba. Por si acaso. No los buscaba, pero cada vez que veía un número (aunque lo hubiese visto durante una décima de segundo, era un número que no iba a olvidar en su vida), se obsesionaba con la idea de que pudiese tocar. Y lo compraba.

Ha pasado un año. Gerardo acaba de estrellar su coche contra una administración de lotería.

sábado, 21 de junio de 2008

viernes, 20 de junio de 2008

143. Smultronstället (Fresas salvajes)

El 26 de diciembre de 2005 se emite el último programa de Qué grande es el cine. José Luis Garci y sus contertulios se despiden de los espectadores con la emisión de Fresas salvajes, de Ingmar Bergman.

El 1 de enero de 2006 entra en vigor la ley que prohíbe fumar en los centros de trabajo.

jueves, 19 de junio de 2008

142. Apuntes para una canción

Expulsé tu nick de mi messenger, eliminé tu link de mi blog, extirpé tu mail de mi lista de contactos y marqué tus mensajes como spam, suprimí todas tus fotos, te borré de la agenda de mi móvil, y ya te había desterrado de mi mente cuando el modo aleatorio del iPod me devolvió aquella canción.

miércoles, 18 de junio de 2008

141. Relato de un sueño

Extendida sobre la arena de la playa, había una toalla gigante. Tenía estampado un plano a escala 1:1 de una iglesia. Empezó a llegar gente. A pesar de encontrarse en la playa, iban vestidos como para una boda. Uno a uno, se fueron colocando sobre los bancos dibujados. Los últimos en aparecer fueron los novios. La ceremonia fue rápida. Al concluir, los novios sostenían un perchero (podía haber sido una sombrilla, pero era un perchero); lo enarbolaban como una lanza a punto de embestir. Cayó un rayo sobre el perchero: de este modo fulminante se iniciaba su viaje de novios a la tierra de los muertos.

Yo me desperté con la errónea sensación de haber soñado un spot argentino.

martes, 17 de junio de 2008

140. Big Brother is watching you*

El otro día me pasaron una dirección de Internet. Es una de no sé qué ministerio, para mirar parcelas vía satélite. Tienen rastreado (o rasterizado o renderizado o como se llame) todo el territorio nacional (o plurinacional o multinacional). Para probarlo, se me ocurrió buscar las tierras de mi padre. Las tierras que, al morir, nos dejó en herencia a mi hermano y a mí. A mí, que hace casi veinte años que no me dejo caer por el pueblo. Tecleé la dirección. Mientras se cargaba la página, me dio por pensar en lo asombroso que era que un satélite fotografiara tu pueblo y tú pudieras verlo cómodamente desde el ordenador de tu casa. Pensé en Orwell, en Borges; en cómo, de alguna manera u otra, habían sabido profetizar lo que nos deparaba el futuro próximo. Cuando me apareció el mapa de España, seleccioné la provincia y el municipio. Y allí estaba: una fotografía aérea de Lepe. Hice zoom, y me acerqué un poco más. Luego otro poco más, hasta ver claramente la casa donde nací. Era increíble. El Aleph en mi pecé. Me desplacé un poco a la derecha. Más zoom. Las tierras de mi padre. Mis tierras, mías y de mi hermano. Mi hermano mayor, que estaba sonriendo a cámara.

* En inglés etc.

domingo, 15 de junio de 2008

138. Diálogo de besugos

A N.L.


—Mira, una lombriz.
—¿Picas?
—Yo es que no pico entre horas.
—Es sólo para matar el gusanillo.
—Pica tú, no te cortes.
—Con tu permiso. Ñam.

Ciiiiiiiiiiiiiiiip.

—¡Pero qué haces, merluzo! ¡Que tienes que guardar la digestión!

sábado, 14 de junio de 2008

137. El abad

A J.C.


El viejo abad está en la cama, postrado. No sabe cuánto le falta: meses, semanas, tal vez horas. Lo que sí sabe es que ya nunca más volverá a levantarse. Le trae sin cuidado. Es un hombre de fe, consciente de que toda su vida (su larga vida) de privaciones va a verse recompensada con creces en el más allá. El Cielo. Allí se va a hartar a comer y a beber y a follar. Es cuestión de meses, semanas, tal vez horas. No, no le preocupa la muerte. Sólo le preocupa la zorra. ¿Ahora quién le va a dar arroz? Podría mandar a cualquiera de los monjes. Pero no. Con un monje raso y una zorra no se puede formar un palíndromo. Tiene que ser un abad. Tal vez su sucesor. Pero ¿y si la muerte tarda meses en llegarle? Cuando haya un nuevo abad, la zorra ya habrá fallecido. La tiene muy mal acostumbrada.

Se pregunta si las zorras también van al Cielo.

viernes, 13 de junio de 2008

136. Final de la guerra

Todo el mundo había salido a la calle. Él caminaba entre ellos, evitando sus miradas. Había subido el volumen del iPod al máximo, y el directo de Barricada le taladraba los tímpanos. No le importaba. No quería oír otra cosa.

Aurora corría hacia él. Él esquivó su mirada. Aceleró el paso. Pero ella ya estaba encima. No sabía si reía o lloraba. No quería saberlo. La apartó de un empujón.

Llegó a casa. Apagó el iPod, se quitó los auriculares y se sentó frente a la tele. Rebobinó la cinta de vídeo. Le dio a play y al avance rápido hasta que apareció la cabecera del telediario.

Por fin. Ahora por fin podría saber cómo había acabado todo. Y es que, si hay algo que no soporta, es que le cuenten el final de las películas, los partidos de fútbol, las guerras y las carreras de fórmula 1.

jueves, 12 de junio de 2008

135. El jueves que fue hombre

Ésta es una historia de espías donde nada es lo que parece, o donde nada parece lo que es. Por ejemplo, el jueves del título en realidad es brumario. Pero eso lo sabemos desde el principio. La sorpresa final se produce cuando descubrimos que ardilla es un idus de marzo.

miércoles, 11 de junio de 2008

134. El sudario

Penélope estaba desesperada. No había forma de acabar el maldito sudario. Cada mañana se encontraba con que alguien le había deshecho la labor del día anterior. De este modo, jamás conseguiría volver a casarse. Y no sería por falta de pretendientes. No obstante, parecía que alguien no quería que ella contrajera matrimonio. ¿Quién? Penélope no tenía enemigos. A no ser que… ¡Claro! Tenía que haberlo imaginado antes. Telémaco. Sólo podía ser Telémaco.

No lo podía culpar. Era normal que el muchacho echara de menos a su padre. Pero aquello no estaba bien… Tenía que hablar con su hijo. Sin embargo, no lo podía acusar así como así. Necesitaba pruebas.

Se pasó la noche junto a la cama de Telémaco. El chaval dormía, aunque tenía un sueño intranquilo. Se despertó una vez, pero no se levantó. Sólo se hizo una paja y se volvió a dormir.

Al amanecer, Penélope estaba muerta de sueño. Con pasos mecánicos se dirigió al telar. Allí estaba el proyecto de sudario. Habían vuelto a deshacer la labor del día anterior. Pero Telémaco no había podido ser. Entonces…

Aunque estaba muy cansada, Penélope tuvo la suficiente lucidez para preguntarse si en la mitología griega había duendes.

martes, 10 de junio de 2008

133. Pegatinas

Aquella mañana, como todas las mañanas, el vendedor de juguetes se dispuso a abrir la tienda. Se agachó para introducir la llave en la cerradura de la persiana metálica. Su mirada quedó fija en algo: la parte baja de la persiana estaba llena de adhesivos fluorescentes con publicidad de cerrajerías. El juguetero profirió un bufido de disgusto, levantó la persiana y abrió la puerta.

La hora de la comida la dedicó por completo a arrancar las pegatinas. No fue fácil, pero con paciencia y un buen disolvente acabó dejando la persiana completamente limpia de publicidad intrusiva. Aquella tarde, sentía un hambre tan atroz que casi se comió a un niño que quería una pistola de juguete.


A la mañana siguiente, los bajos de la persiana volvían a estar atestados de anuncios de cerrajerías. A la hora de comer también se encargó de quitar los adhesivos, y por la tarde estuvo a punto de comerse la pastelería de plastilina.


A la mañana siguiente, lo mismo. Habían vuelto a empapelar la parte baja de la persiana con los adhesivos fluorescentes. A la hora de comer los extirpó de nuevo. Y cuando cerró la tienda tenía una hambre salvaje. Sin embargo, en lugar de irse a casa a cenar, se escondió en el portal de al lado.

Aquella noche cenó duendes.

lunes, 9 de junio de 2008

132. Subte

Me sucede en el trayecto de Castro Barros a Plaza de Mayo. Un vendedor pregona la utilidad de una linterna. Cuando el metro se detiene en la siguiente estación, el vendedor se apea sin haber vendido nada. Al arrancar de nuevo, las luces se apagan. Y nos quedamos parados en la oscuridad del túnel.

Dos días más tarde. El mismo vendedor (creo que es el mismo) alaba las bondades de un rotulador que permite detectar billetes falsos. Media hora más tarde, en la tienda, me pagan con un fajo de billetes falsos (aunque eso no lo descubriré hasta el día siguiente).

A la semana próxima, vuelve a aparecer el vendedor (el de la linterna, el del rotulador o ambos a la vez). Esta vez glorifica las virtudes de una estampa de la Virgen. Yo, que estaba decidido a comprarle lo que fuera, me retracto. ¿Para qué quiero una estampa de la Virgen? Al llegar a la plaza de Mayo me pregunto qué me va a pasar ahora.

domingo, 8 de junio de 2008

131. Las metamorfosis

Cuando despertó, el insecto Gregorio Samsa descubrió horrorizado que toda su familia se había transformado en unos horrendos seres humanos.

sábado, 7 de junio de 2008

130. El Infierno

Los habitantes del Cielo han dejado de ser buenas personas. ¿Para qué, si no lo necesitan? Aunque tampoco es que se hayan vuelto malos, porque no se putean unos a otros. Simplemente, se dedican a gozar en una orgía sempiterna. Pero hay cosas que no desaparecen del todo, y quien más quien menos tiene algo de mala conciencia; no mucho, sólo lo justo para que hayan decidido condonarles* la deuda externa a los círculos más desfavorecidos del Infierno.

* Que no es lo mismo que repartir condones, los cuales no están bien vistos por las altas esferas celestiales.

viernes, 6 de junio de 2008

129. El Cielo

Tras recorrer todos los círculos del Infierno y el Purgatorio, por fin ha llegado al Cielo. Aquí la Guardia Celestial se encargará de explicarle el significado del sintagma sin papeles.

jueves, 5 de junio de 2008

128. Abstracción

Observa el capullo durante veinte, treinta minutos, una hora, tal vez menos o más, no lo sabe, pero llega un momento, antes o después, en el que le parece una escultura abstracta, un sinsentido que bien podría estar expuesto en una galería de arte contemporáneo, y entonces sonríe ante esa obra de arte que debe de costar millones y millones y la acaricia, despacio, muy despacio, y suave, muy suave, la acaricia despacio y suave, la piel siendo acariciada por las yemas de sus dedos, sus dedos que acarician una obra de arte abstracto en una galería de arte contemporáneo, una obra de arte que cuesta millones y millones y la acaricia, pero no la acaricia por lo que es, la acaricia por lo que vale, por lo que cuesta, porque no se puede acariciar todos los días una obra de arte que cuesta millones y millones, no, no se puede, no se puede a no ser que tengas esos millones y millones para gastarte, o a no ser que tú seas el artista que ha creado la obra de arte, o un heredero del artista, pero se pregunta si sería capaz de poseer esa obra sabiendo que está valorada en millones y millones, aunque fuera la obra de su abuelo a quien tanto ha querido, tanto da, en el fondo de su ser es un sinvergüenza a quien le gustan los millones más que el arte y sobre todo más que el arte abstracto, por eso prefiere venderlo o subastarlo, por eso acaricia el capullo como si fuera la última vez.

miércoles, 4 de junio de 2008

127. La cerilla

Mire usted, su señoría, yo al señor Díaz, aquí presente, lo conozco desde hace más de veinte años, y en todo este tiempo nunca he visto nada raro en él. Venía todas las mañanas a comprar La Razón (o “La Dazón”, como decía él), y nunca, nunca, me dejó nada a deber. Y eso no es algo que se pueda decir de todo el mundo… Espere, un momento, ahora que caigo, sí, ahora que caigo, me viene a la mente una vez, sí, una vez vino y me preguntó si tenía el diario Avui (el “diadio Avui”, me dijo). La verdad que me pareció una pregunta muy extraña, porque el mío es un quiosco muy serio, y yo jamás vendería una cosa así…, no digo que si estuviéramos en Barcelona o en Lérida, pero no en Logroño, por el amor de Dios, y así se lo dije, le dije: por el amor de Dios, que estamos en Logroño, no en Barcelona o en Lérida. Créame que no sé qué mosca le había picado, porque entonces me dijo que necesitaba una cerilla (una “cedilla”, ya saben cómo habla). Yo le dije que cerillas no vendía, que eso es muy peligroso, ¿sabe?, con todas las revistas y los periódicos. Y fue entonces cuando cogió el Marca; es curioso, porque nunca le había visto interesarse por la prensa deportiva, y me acuerdo perfectamente; de hecho, hasta le sabría decir lo que decía la portada, algo sobre el Barcelona: “El Barça, a un paso de la Liga”, sí, eso decía; y entonces vi cómo al señor Díaz se le iluminaba la cara, lo que me sorprendió, porque nunca me había parecido una persona muy futbolera, y alegrarse por el Barcelona…, pero bueno, allá cada uno, de todas formas eso es lo que pasó, cogió el Marca y me lo pagó, y luego se lo llevó, pero ya le digo que fue la única vez que lo vi comportarse de una manera extraña; pero, por el amor de Dios, ¿cómo iba a adivinar que el señor Díaz era el secuestrador del Ponç Capdevila ese?

martes, 3 de junio de 2008

126. Smoke in the face: Mi tabaco, gracias

Yo jamás permitiría que uno de mis empleados tuviera que bajar a la calle, en pleno invierno, a fumarse un cigarrillo. Y quien dice invierno dice verano, achicharrándose. Ni a la calle ni a la azotea. Mis empleados pueden fumar donde y cuando les dé la gana, faltaría más. Por mí, como si quieren fumar delante de las narices de los que no fuman. Y éstos que no vengan luego quejándose: fuman gratis, ¿qué más quieren? Además, serán fumadores pasivos, pero fumadores al fin y al cabo. Seguro que si dejan el tabaco (el tabaco “pasivo”, se entiende), digo que seguro que si lo dejan, luego tienen mono y acaban comprando o gorreando tabaco. Lo sabré yo. Así que a fumar, venga, a fumar todo lo que quieran…, siempre y cuando lo que fumen sea una de nuestras marcas.

lunes, 2 de junio de 2008

125. La chica del tren

La chica del tren se pinta las uñas todas las mañanas. Siempre nos sentamos frente a frente. En realidad, es ella la que se sienta frente a mí. Siempre se sienta y me mira con extrañeza. Como si le sonara mi cara. Sin embargo, tampoco parece importarle mucho. Nunca nos hemos dirigido la palabra. Nunca hasta hoy.

Hoy me ha pedido el diario gratuito que tenía en el regazo. Se lo he dado, claro, porque no lo estaba leyendo. Pero aunque lo hubiera estado leyendo, se lo habría dado igualmente. Le habría dado un hijo mío, si me lo hubiera pedido. Pero sólo me ha pedido el diario gratuito. Se lo he dado, y entonces he recordado por qué lo tenía en mi regazo. Por suerte, ella no ha parecido advertir mi erección. Quien sí la ha advertido es la vieja que algunas mañanas se sienta al lado de la chica.

Como todas las mañanas, la chica del tren se ha levantado una estación antes que yo. Ha cogido el diario gratuito y, al pasar junto a una papelera, lo ha tirado. Poco antes de llegar a mi estación, yo también me he levantado. Al pasar junto a la papelera, he recogido el diario gratuito.

domingo, 1 de junio de 2008

124. Misa de doce

Las campanas tocan a misa de doce. Todo el pueblo se moviliza, despacio pero sin pausa. Parecen zombis acudiendo a una llamada impía. De hecho, son zombis. Grupos de no muertos subiendo las cuestas y desfilando por las calles angostas. Son las doce de la noche y van a misa. No saben muy bien por qué. Tal vez por un irracional sentimiento de culpa. Tal vez porque anhelan creer en una vida más allá de la no muerte. Tal vez porque es lo que siempre han hecho. Tampoco es que importe demasiado. No tienen muchas distracciones.