A R.E., dibujante de magdalenas
Siempre quise ser un domador de magdalenas. Es un trabajo difícil y muy mal pagado. Por eso hay tan poca gente que lo ejerce. Sin embargo, yo estaba convencido de que era una profesión con futuro. Y sabía que, si perseveraba, lograría hacerme un nombre.
Me equivoqué. Pero no me importa. Ahora soy el mejor domador de magdalenas del mundo. Nadie lo sabe. Nadie menos yo. Y ellas.
2 comentarios:
ahora lo sabemos nosotros... cuándo tenga una magdalena ya sé a quién llamar para que me la dome. Qué suerte.
En serio: aunque de apariencia inofensiva, las magdalenas pueden ser muy peligrosas. Que se lo digan a Proust, si no.
Un saludo, Adriana.
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