Me dijeron que si decía mentiras me crecería la nariz. Por eso nunca dije ninguna. Hasta el otro día. A mi nariz no le pasó nada. Me habían mentido.
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A la memoria de los elefantes
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Obras completas (y otros cuentos)
JAVIER MARÍAS, “O que yo pueda asesinar un día en mi alma”
El País Semanal, nº 1.600, 27 de mayo de 2007
10 comentarios:
Tus cuentos me han gustado tanto que me he convertido en seguidor tuyo. Felicidades por el blog y un saludo.
Uy! entonces era mentira??? O es verdad y esta es otra mentira tuya?
Muchas gracias, marido de la portera. Suena raro eso de tener seguidores. No sé por qué, pero me hace pensar en 'La vida de Brian'. Un saludo (y otro para la portera).
Adriana, ¿que quieres decir con lo de "otra" mentira?
ja ja, perdón creo que me he excedido en mi sinceridad...
Ah, por cierto, estoy celosa del marido de la portera, a mí no me has agradecido ser tu seguidora ni una sola vez!
Discúlpame, Adriana. Tú también tienes mi agradecimiento sincero.
jajaja estás perdonado.
Dicen aquí que la mentiras tiene "patas cortas". Como verás, el asunto de la mentira siempre parece ir unido al cuerpo ;)
Aquí dicen que se pilla antes a un mentiroso que a un cojo. Supongo que eso también tiene que ver con el tamaño de las patas.
Yo nunca he dicho una mentira... bueno, esta es la primera.
Grande al!
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