Unos ruidos en el taller despiertan al viejo Gepetto. Al principio los atribuye al gato, pero no tarda en comprender lo erróneo de tal atribución: el gato está durmiendo a sus pies.
El anciano se levanta, procurando no hacer el menor ruido. Está nervioso, no asustado. Conoce demasiadas historias de hadas y duendes para hacerse una idea aproximada de lo que está sucediendo. Aunque, ahora se da cuenta, ni las hadas ni los duendes se caracterizan por ser ruidosos. A no ser que el causante del escándalo sea…
La marioneta tiene los hilos enredados de mala manera.
—Me he liado —dice Alejandro.
sábado, 4 de octubre de 2008
247. Gepetto
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