miércoles, 16 de septiembre de 2009

594. Reflexiones de un verdugo

Disfruto con mi trabajo. Está mal reconocerlo, pero peor sería negarlo. Después de todo, si no te gusta lo que haces, mejor que te dediques a otra cosa. Porque lo mío es vocación.

No entiendo a los que están contra la pena de muerte. ¿Qué quieren? ¿Que mi actividad se convierta en ilegal? Porque, una vez que has empezado a matar, no lo puedes dejar. Al menos, en mi caso. Y uno no tiene edad para convertirse en asesino en serie. Además, me podrían pillar. Y, francamente, no me gustaría pasarme el resto de mi vida en la cárcel. En especial, si es un resto largo y sin el consuelo de acabar en manos de un profesional. Alguien como mi junior. Está aprendiendo rápido, el muchacho. Se parece a mí cuando tenía su edad. No me importaría que, llegado el momento, tuviera que ponerme en sus manos.

Falta muy poco para mi jubilación.

5 comentarios:

Víctor dijo...

Buana dosis de humor negro por la mañana, Al. Me gusta el tema de los verdugos y las víctimas. No hace mucho publiqué un relato sobre penas capitales; échale un vistazo si te sobran dos minutos:

http://realidadesparalelos.blogspot.com/2009/05/pena-de-muerte.html

Saludos lelos!!!

Alberto Ramos dijo...

Víctor, me ha gustado el relato, aunque no he podido evitar recordar El verdugo de Berlanga. De hecho, es un halago.

Pluma Roja dijo...

Buenas noches, llegué a conocerte y me gusto mucho lo que vi y leí. Si me permites me quedo.

Felicitaciones.

Hasta pronto.

Alberto Ramos dijo...

Gracias, Pluma Roja. Permiso concedido.

(!) hombre perplejo dijo...

Pareces la reencarnación de Pepe Isbert !)