martes, 19 de agosto de 2008

201. Los inocentes

En el amanecer del 28 de diciembre, la Rambla de Catalunya está casi vacía. Sólo hay una mujer joven, esperando innecesariamente a que el semáforo de peatones le dé vía libre. Se enciende el hombrecito verde, pero la joven no se mueve. Cae desplomada al suelo. Pegado a su espalda hay un monigote de papel blanco.


Algo más tarde. Un detective introduce un monigote de papel blanco en una bolsita plana de plástico transparente. Frente a él hay una puerta con la silueta esquemática de una figura con pantalones. A sus pies yace el dueño del bar. No hay señales visibles de violencia.


A lo largo de la mañana, en distintos puntos de Barcelona se suceden varias muertes de similares características. Hombres y mujeres de diferente edad, raza y condición. Lo único que tienen en común es la forma súbita de morir. La ausencia de testigos. Y el monigote de papel blanco pegado a la espalda.


En el laboratorio forense, al mediodía. Sobre una mesa hay treinta y ocho bolsitas planas de plástico transparente. Cada una de ellas contiene un monigote de papel blanco. Alguien se pregunta cómo puede existir gente así. Cómo pueden hacerle eso, con lo que le había costado conseguir la semana entera de vacaciones.


Hay muchas personas que se han quedado sin vacaciones. Algunas, para siempre. No hay pistas. Tiene que tratarse de una banda organizada. Muy organizada. Posiblemente una secta. El Día de los Inocentes. La matanza de los inocentes. Herodes. Todo eso. No han muerto bebés. Tal vez sea una reacción contra la conmemoración bufa de un episodio monstruoso. Es sólo una conjetura. No hay pistas.


En el laboratorio forense, a las cinco y media de la tarde. Sobre la mesa hay sesenta y cinco bolsitas planas de plástico transparente. Están vacías.


El sol se pone más allá del Llobregat. Las luces de Barcelona se encienden como mecheros en un concierto multitudinario. En lo alto del Tibidabo, hay una hilera formada por un millón de monigotes de papel blanco. Aunque sopla un viento fuerte, se mantienen firmes como soldados de un ejército altamente disciplinado.

1 comentario:

claudia paredes dijo...

Me quedé muda con la imagen final. De antología.