Después de gritar en tantas ocasiones que viene el lobo, que viene el lobo, ya no debe de quedar nadie en el pueblo que se trague esa bola. El problema es que esta vez es verdad: el lobo se dirige decidido hacia el rebaño. Pedro no sabe qué hacer: podría probar suerte; quizás aún quede alguna persona confiada en el pueblo.
El lobo está ya muy cerca de las ovejas periféricas. Realmente, a estas alturas no le va a creer ni el tonto Simón. Pero tiene que tomar una decisión rápida. Y la toma:
—¡Que vienen los extraterrestres!
lunes, 25 de agosto de 2008
207. El lobo y Pedro
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1 comentario:
Me imagino que con ése cambio apropiado...vinieron corriendo(decime que sí,vinieron.!).
Saludos.
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