Mil quinientos escorpiones querían cruzar la laguna Estigia. Pero Frigias, el barquero, se reservaba el derecho de admisión.
—No, que me picáis.
—¿Picarte? ¿Por qué íbamos a picarte? —dijo el portavoz de los arácnidos—. No sería muy inteligente por nuestra parte.
Frigias no era de los que se dejaban convencer fácilmente.
—Y yo ¿por qué habría de creeros?
—Porque te damos nuestra palabra.
Aunque el barquero no acababa de fiarse, se dijo que un poco de emoción no le iba a venir mal. Últimamente no había mucho movimiento por allí. Sobre todo desde que estuvo el italiano aquel. Ya habían pasado unos cuantos siglos, pero el libro seguía vendiéndose. Frigias se maldecía por haberlo llevado en su barca. Pero claro… ¿cómo iba a saber que pretendía ofrecer una imagen tan negativa del Infierno?
—Venga, vale… Pero no os mováis mucho.
Como castigo por haber picado al barquero, los mil quinientos escorpiones fueron deportados al Círculo de Fuego. Allí se suicidan continuamente, hasta el fin de los tiempos.
viernes, 14 de noviembre de 2008
288. El círculo de los escorpiones
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