La gallina escupía dientes de oro, a razón de uno por día. Esto no le venía nada mal al Ratoncito Pérez, que tenía muchos hijos y ex esposas que alimentar. Sin embargo, éstas y aquéllos eran insaciables. Además, el Ratoncito no era de los que se conforman, precisamente. Un día, se propuso descubrir el mecanismo de la gallina. Lo encontró, y ahora se ha convertido en el Ratoncito Midas. Tiene todo el oro que quiere, y mucho más. Por supuesto, ha abandonado el trabajo.
Por eso, si alguien te dice que el Ratoncito Pérez son los padres, es verdad. Pero no siempre fue así.
lunes, 1 de diciembre de 2008
305. La gallina de los dientes de oro
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3 comentarios:
jajajajjajaja
y no se equivoca el tal pérez? porque viste que si se equivoca se convierte todo en piedras. y resulta pesado.
Casi tan pesado como si se convirtiera en plomo (alquimia inversa).
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