Cuando golpeaba su mejilla izquierda con la palma de mi mano derecha, ella gritaba:
—¡Mi hija!
Cuando golpeaba su mejilla derecha con el dorso de mi mano derecha, ella gritaba:
—¡Mi hermana!
Era un curioso reflejo de características pavlovianas cuyo origen me resultaba desconocido.
En cierta ocasión, se me ocurrió introducir una ligera variante: la golpeé de las dos formas (derecho y revés) de manera seguida.
—¡Tu puta madre! —gritó al tiempo que me propinaba un puñetazo en la maltrecha nariz.
lunes, 18 de agosto de 2008
200. Golpe en la Pequeña China
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2 comentarios:
Me ha encantado.
Ojo con las variantes...ojo con las variantes...que tienen sus consecuencias...!!!
Saludos.
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