El pulpo también probó suerte con la gaita, pero él lo que de verdad quería era ser malabarista. Practicó incansablemente. Sin embargo, cada vez que intentaba despegar las bolas de las ventosas, se enredaba más y más.
Al final, hubo que llamar a Alejandro.
–Uf, menudo entuertos.
lunes, 15 de diciembre de 2008
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1 comentario:
Estoy casi segura que Alejandro le recomendó hacer encaje de bolillos al pulpo
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