—¿Me enseña el carné?
—¿Perdón?
—El carné del Sindicato de Suicidas. ¿Me lo enseña?
—No lo tengo.
—¿Se lo ha dejado olvidado?
—No, es que no lo tengo. No me lo saqué.
—Entonces, será mejor que se aparte de la vía.
—¿Por qué?
—Porque sin carné no puede suicidarse.
—Venga ya…
—No me haga enfadar. Sabe perfectamente que está prohibido suicidarse sin carné.
—Pero… ¿por qué?
—Porque son las reglas. No todo el mundo está preparado.
—¿Hay que estar preparado para tirarse a la vía del tren?
—Se lo explicaré de otra forma: usted se tira, lo arrolla un tren, el tráfico ferroviario queda interrumpido, la gente llega tarde al trabajo y, cuando les preguntan por qué han llegado tarde al trabajo, ¿qué dicen? ¿Sabe qué dicen?
—No, ¿qué dicen?
—Que un tipo se ha tirado a la vía. Y claro, luego están las reclamaciones al Sindicato, y nosotros no podemos hacernos responsables, porque el “tipo que se ha tirado a la vía” no tiene carné, ¿me entiende?
—Entiendo…
—Pues la gente no lo entiende. A ellos les da igual. Han llegado tarde al trabajo. Y eso se repite varias veces, y va repercutiendo en la imagen del Sindicato. Repercutiendo negativamente, se entiende.
—Ya, pero es que el tren ya está aquí. ¿No lo oye? Me tengo que…
—¡No se tire!
—¿Me deja su carné?
—Aquí lo tiene, pero…
—No aparece su nombre.
—No, no aparece. De este modo puede heredarse… ¿Pero qué…?
miércoles, 22 de julio de 2009
538. El suicida
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