El primer creativo llegó antes de que saliera el sol. Buscó un buen sitio frente a las puertas del Kursaal. Desplegó su manta. Colocó bien los cedés. Todos eran idénticos. Normal, tratándose de copias informatizadas de su portafolio creativo. Había pocos anuncios reales: la mayoría eran truchos. Pero no le importaba. El edificio a su espalda también estaba lleno de anuncios de mentira.
Una hora después, había cientos de mantas de cedés con sus correspondientes creativos.
Cuando apareció la ertzaintza, alguien gritó:
—¡Agua!
Los demás lo miraron con desdén. “Agua, agua…” Aquello estaba muy visto. No era creativo.
lunes, 20 de abril de 2009
445. Festival de publicidad de San Sebastián
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