lunes, 19 de mayo de 2008

111. Los viejos roqueros nunca muerden [sic]

Desde nuestra posición no sólo teníamos una buena vista del escenario: también podíamos oler el aliento a güisqui de quien fuera una de las vacas sagradas del rock patrio. Sin embargo, lo que más nos sorprendió fue que empezara el concierto con una balada (una de las cuatro que había interpretado durante casi medio siglo de rock duro). Y más sorprendente aún fue que, aun tratándose de una balada (y a pesar de que tenía casi setenta años), se lanzara en plancha sobre el público: un mar de cabezas asombradas y mecheros encendidos. El güisqui prendió y el concierto acabó prematuramente.

3 comentarios:

Emilio Calvo de Mora dijo...

Una estupenda forma de terminar un día: leer su blog. Que la mecha del ingenio alumbre prodigios nuevos. Salud.

Alberto Ramos dijo...

Gracias, Emilio.

ZoePé dijo...

era un piromaníaco y nadie nunca lo entendió!!!!