Todo el mundo había salido a la calle. Él caminaba entre ellos, evitando sus miradas. Había subido el volumen del iPod al máximo, y el directo de Barricada le taladraba los tímpanos. No le importaba. No quería oír otra cosa.
Aurora corría hacia él. Él esquivó su mirada. Aceleró el paso. Pero ella ya estaba encima. No sabía si reía o lloraba. No quería saberlo. La apartó de un empujón.
Llegó a casa. Apagó el iPod, se quitó los auriculares y se sentó frente a la tele. Rebobinó la cinta de vídeo. Le dio a play y al avance rápido hasta que apareció la cabecera del telediario.
Por fin. Ahora por fin podría saber cómo había acabado todo. Y es que, si hay algo que no soporta, es que le cuenten el final de las películas, los partidos de fútbol, las guerras y las carreras de fórmula 1.
viernes, 13 de junio de 2008
136. Final de la guerra
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