viernes, 11 de abril de 2008

62. El escándalo de la Bella Durmiente

El príncipe había procurado mantenerse al margen de todo el tinglado, pero cuando ella publicó sus memorias (escritas por un duende), él dijo de aquí no pasa. Podía decir que él era un afeminado y que le gustaba vestirse con ropas de mendigo, incluso con una piel de asno; pero decir que besaba como un sapo… Fue la gota que colmó el cáliz.

Sin embargo, hay quien piensa que la reacción del príncipe fue desmedida, que se pasó dos reinos cuando, en horario de real audiencia, soltó aquello…, sí, ya sabes, lo de que ella se había hecho la dormida.

1 comentario:

tequila dijo...

de la prensa rosa y de vender trapos sucios ya no se libra nadie.
Personalmente siempre sospeché que fingía desde pequeña en el cole se la daba muy bien...
un beso