Algunas noches ve a los franceses. Los ve desde la ventana de su cuarto, en el bosquecillo que hay detrás de casa. Sabe que son franceses porque hablan raro.
El abuelito le contó que, hace muchos años, allí mismo hubo una guerra. La gente del pueblo había luchado contra los gabachos, que es como llama el abuelito a los franceses. Los del pueblo ganaron la guerra y mataron a los franceses, que es lo que se hace en las guerras cuando alguien gana, y aunque no gane.
Lo que el abuelito no sabía es que no los habían matado a todos. Algunos todavía siguen ahí, en el bosquecillo que hay detrás de casa. Los ha visto desde la ventana de su cuarto.
Papá dice que los franceses viven en Francia, que es otro país. Pero él ha visto a los franceses que viven en el bosquecillo. Eso quiere decir que el bosquecillo es Francia. Otro país.
Si viviera en otro país, papá y mamá no podrían castigarlo. Él podría salir de su cuarto cuando le diera la gana, aunque no hubiera acabado los deberes. Pero su cuarto no es Francia, porque él no es francés… o sí. La abuelita decía que a él lo había traído de París una cigüeña. Y mamá dice que París es una ciudad que hay en Francia. Entonces, si él es francés y los franceses viven en Francia, su cuarto es Francia.
Esta noche ha vuelto a mirar por la ventana. No ve a los franceses, pero están ahí. Siempre están ahí.
Está castigado, pero nadie le ha dicho que no abra la ventana. Lo que le han dicho es que no salga de su cuarto. Pero no tiene por qué hacerles caso. Puede salir. Siempre dentro de Francia, claro.
Se ha hecho daño al saltar. Pero no importa. Puede andar, y el bosquecillo está ahí mismo. Se ha hecho daño, pero no pasa nada. Cuando llegue al bosquecillo, los franceses lo curarán porque son médicos. Los vio la otra noche, que tenían unas jeringuillas.
No le dan miedo las jeringuillas.
viernes, 18 de abril de 2008
76. Los franceses
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