Mientras espera a su marido, le teje un nuevo paracaídas.
Pasan tres cuartos de hora de la medianoche, él no ha vuelto y sigue despierta. Se levanta y, a pesar de haber terminado el paracaídas, reanuda (desanuda) la labor.
Se despierta a las diez de la mañana. Junto a las sobras de la lasaña precocinada de La Sirena hay un póstit: NO ME ESPERES PARA CENAR. El paracaídas ya no está.
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